Rab David Zaed
10 de octubre de 2019
Está escrito en la Guemará (Maséjet Sucá 2/1) que en la festividad de Sucot la persona sale de su casa fija y se introduce en su casa precaria y pasajera. Y cuesta entender realmente esto, puesto que en el Libro Yad Jazaká (Halajot Lulab VIII-12) figura que, si bien es cierto que en todas las festividades hebreas la persona debe alegrarse, en el Bet Hamikdash se celebraba esta fiesta con una alegría y regocijo inusual; como nunca se vio. Como está escrito en el pasuk: “Y te alegrarás frente a Hashem, Tu Di’s, (durante) siete días”. De aquí se aprende que alegrarse más de lo normal en Sucot es una Mitzvá obligatoria de la Torá. Y si es una Mitzvá alegrarse, ¿Por qué debemos salir de nuestra casa fija y convivir en una casa pasajera? ¡Esto podría provocar la disminución de la alegría! La respuesta podríamos encontrarla si pensáramos que la verdadera alegría vamos a poder conseguirla, únicamente si sabemos que este mundo es “pasajero” como una Sucá. Si una persona cree que este mundo es el objetivo de la vida y lo considera como su “casa fija”, jamás va a poder experimentar una alegría y felicidad profunda.
Por lo general, al que está sumergido en los placeres vanos de este mundo, le falta la verdadera alegría. Porque la alegría es un sentimiento abstracto, espiritual, y sólo se llega a ella acercándose a la espiritualidad. Únicamente en la santidad de Hashem se puede encontrar la verdadera felicidad, porque está escrito: “El regocijo y el placer están en Su lugar (en el de Hashem)”. Y todos los placeres mundanos y vanos, a la larga, sólo le traen a la persona tristeza y depresión. Y, como lo hemos mencionado anteriormente, esto no es sino el inicio de los más graves pecados de la persona.
Además, al que está inmerso en los placeres vanos de este mundo, le resultará imposible alcanzar la felicidad, pues estará siempre envidiando y ambicionando obsesivamente tener más de lo que tiene. Y la envidia y los deseos desmedidos le impedirán ser feliz, pues siempre considerará que tiene menos de lo que se merece, o de lo que puede obtener. Como dice el refrán: “El ambicioso tiene cien, pero quiere doscientos”. Y más tristeza le causará saber que los demás tiene más de lo que él tiene.
En cambio, si la persona entiende que este mundo es un mundo pasajero, no envidiará, y, por consiguiente, se sentirá feliz con lo que le tocó. Y hay algo más elevado aún, que sentirse feliz con lo que uno tiene: Sentirse feliz con lo que tienen los demás. Y esto es mucho más difícil que consustanciarse con el sufrimiento de su prójimo.
Rabí Simja Ziselo Mikelem zt’l dijo una vez que el sentir dolor por el dolor de su compañero, es una gran cualidad, pero no tan grande como sentir alegría por el éxito de su compañero. Porque cuando una persona se entera de que su compañero tuvo un problema, a veces no puede evitar sentir satisfacción, porque ese problema no le sucedió a sí misma. Y aunque después sufrió con él y lo ayudó, ya quedó en su interior ese sentimiento de placer por el problema del otro. En cambio, el que se alegra (sinceramente) por el éxito del otro, no tuvo nunca otro sentimiento más que el de buena intención.
Y hay algo más elevado aún que esto último: Alegrarse por el éxito de un enemigo o adversario, Como lo hizo David Hamélej (el Rey de Israel) cuando dijo: “Pusiste la felicidad en mi corazón, cuando vi que sus cosechas se aumentaron…”. El se alegraba realmente por el triunfo de los que deseaban su mal.
Rabí Moshé Rozenstein zt’l dijo que uno de los motivos por el cual en la festividad de Sucot se acostumbra a leer Meguilat Kohélet (donde figuran proverbios duros y pesimistas) es para que la persona reflexione y piense que todos los placeres vanos de este mundo sólo traen tristeza y depresión, pues con ellos se vive envidiando y ambicionando en demasía. Por eso se lee Kohélet. Porque en el primer pasuk ya está escrito que todo lo que existe en este mundo es “banalidad de banalidades” y no vale la pena estar siempre persiguiéndolas.
Una vez que la persona toma conciencia de ello, podrá cumplir lo que está escrito en el pasuk: “Y te alegrarás en tu fiesta (de Sucot)”.
(Darké Musar, Sucot).