11 de octubre de 2019
Moshé reprende a los Iehudim tratándolos como “una generación perversa y retorcida” (Devarim 32:5).
Cuando permitimos que nuestros deseos influyan en nuestros pensamientos, podemos ser “perversos y retorcidos”. Un alcohólico en recuperación dijo: “En todos mis años de consumo de alcohol, nunca tomé un trago a menos que decidiera que era lo correcto en ese momento”.
Moshé dijo que la única manera de evitar ser víctimas de nuestro pensamiento distorsionado es: “Pregúntale a tus mayores y ellos te lo dirán” (ibid. 32:7).
Busque y acepte la orientación de personas sabias, experimentadas y competentes. Shlomó Hamélej dijo: “Todos los caminos de una persona son correctos a sus propios ojos” (Proverbios 16:2). Debemos reconocer nuestra vulnerabilidad al autoengaño.
Nuestros deseos tuercen nuestro pensamiento. Nuestra capacidad de racionalizar es inmensa. Somos capaces de justificar el comportamiento más extravagante”.