Sivan Rahav Meir
15 de octubre de 2020
Este es uno de los problemas fundamentales en nuestro mundo: el mal no siempre parece malo y el bien no siempre parece bueno.
El Rav Abraham Saba explicó hace 500 años atrás en su libro “Tzror Hamor” porque en la porción de esta semana Java comió del fruto del árbol prohibido: “Cuando la mujer vio que el árbol era bueno para comer y una tentación para los ojos, tomó su fruto y lo comió”.
“El árbol se veía tan bueno y bonito, así que ¿cómo era posible pensar que es un pecado grave comer de sus frutos? Si hubiera tenido un mal olor, si fuese repugnante y asqueroso, entonces le hubiera sido más fácil no ser tentada. Pero ¿cómo es posible alejarse de un árbol tan hermoso y atractivo?
Este es un punto crítico, no solamente en Parashat Bereshit. Desde entonces hasta el día de hoy las cosas que brillan nos enredan. ¿Un pastel de chocolate con helado se ve mejor que una zanahoria y un pepino pero que es mejor y más saludable?
Nosotros advertimos a los niños sobre “las personas malas”, pero desafortunadamente personas que se ven muy bien pueden terminar siendo malos.
Es mucho más cómodo, agradable y bonito salir sin mascarilla y abrazarse con todo el mundo, pero nos está claro que es lo correcto a hacer.
Desde el Jardín del Edén hasta nuestros días nos encontramos en una lucha constante en no engañarse por cómo las cosas aparentan ser y por los disfraces y saber escoger de verdad entre el bien y el mal.