Sivan Rahav Meir
En esta fecha, hacen 62 años atrás falleció el Rav Dr. Itzjak Herzog, Gran Rabino de Israel, quien fungió en un momento dramático de nuestra historia. El salvó a más de 500 niños, después de la Shoá, y los trajo de regreso a su pueblo.
En su último libro, nos cuenta el escritor Rav Jaim Sabato una de las historias especiales asociadas a su personaje. Una historia que nos enseña sobre la educación y la identidad, desde el momento en que nacemos:
Después de la Shoá se supo que más de 3000 niños judíos se encontraban escondidos en conventos, y estos niños ni sabían que eran judíos. Una muralla de silencio rodeaba los conventos.
El Rav Herzog fue al Vaticano, a hablar con el Papa. Con lágrimas en los ojos, el Rav suplicó diciendo: “Cada uno de estos niños es para nosotros como mil niños”. El Rav en persona fue de convento en convento.
“Aquí no hay niños judíos!” le dijo, en cierta ocasión, la encargada del convento de manera decidida y semblante severo. El Rav pidió verlo con sus propios ojos. Una de las hermanas de convento sacó fila tras fila de niños y niñas vestidos con los delantales grises de la escuela. El Rav habló al corazón de los niños. Les preguntó: ‘Quien aquí es judío?’ Los niños se quedaron parados sin moverse, no había ninguna expresión en sus rostros. Silencio absoluto.
Los que acompañaban al rabino estaban decepcionados, ya se estaban preparando para pasar al siguiente monasterio de su lista. ¿Qué pasará?
Y entonces, un momento antes de que salieran, el Rav Herzog se volteó en dirección a los niños y dijo en voz alta, con todas sus fuerzas: “Shemá Israel, Hashem es nuestro D-s, Hashem es Uno”. La palma derecha de siete niños pequeños se levantó para cubrir los ojos. ’Estos son judíos!’ dijo el Rav Herzog lleno de emoción. ‘Así les han enseñado sus madres cuando los ponían a dormir, en los días de antes de la oscuridad”.