Sivan Rahav Meir 

“Espero que hayan tenido un buen ayuno”. Esta fue la primera frase que dijo Omri Caspi, uno de los grandes jugadores de baloncesto israelíes, en una reunión de periodistas en la cual anunció su retiro como jugador. 

No tengo nada que agregar a todos los elogios hechos por las figuras más importantes del mundo del baloncesto, tanto israelíes como del mundo entero, que hablaron sobre el profesionalismo, la humildad y la perseverancia del niño que creció en Yavne y llegó a la NBA. Pero recordé ayer que una vez Caspi me entrevistó para su podcast, y ahí abrió la conversación con una frase sorprendente: “Salí hacia los Estados Unidos solamente como israelí y volví de allí también como judío”.  

Y así me explicó esta transformación: fuera de Israel, si no creas tu identidad, ésta no sucederá por sí sola. Viví en lugares como Sacramento, Cleveland, Houston, no hay allí una gran comunidad judía. Pero en cierto momento paré y me dije a mi mismo: “Un momento, que está sucediendo conmigo? Sentí cierta responsabilidad. Represento algo, pero ¿será que sé algo sobre aquello que represento?  

Por ejemplo: si desembarco en Boston y niños judíos americanos me esperan allí, se emocionan y me miran. Para ellos yo represento el Pueblo de Israel, el Estado de Israel y yo, dentro de mí mismo estoy en conflicto. Ya que, si sales afuera en Yom Kipur en Los Angeles, es como un día normal, con el mismo el tráfico de siempre. Si no haces algo especial en Shabat, no sientes que es Shabat. Es tu responsabilidad hacer algo, ya que no estás en un país judío. 

Mi esposa y yo hicimos este proceso juntos, como familia -cenas de viernes en la noche, kidush, tefilin, festividades, comunidad, educación judía, cashrut-. Sentí un sentido de obligación en relación conmigo mismo y en relación con el público.  

Hay muchos israelíes que llegan a esto allá y hay muchos, que infelizmente, no lo alcanzan. Solamente entendí que soy un emisario de algo más grande.  

A veces es necesario alejarse para acercarse.” 

Que tengas mucho éxito, Omri, en la continuación del juego de la vida.