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Completando el proceso de Teshuvá 

Completando el proceso de Teshuvá 

Rabino David Goldwasser

Crédito de la foto: 123rf.com

“Mi ira se encenderá contra ellos en ese día y los abandonaré, y ocultaré de ellos mi rostro, y serán presa, y muchos males y angustias los alcanzarán. Dirá en ese día: ¿No es porque Hashem no está en medio de mí que me han sobrevenido estos males?” (Debarim 31:17)

Nuestros sabios notan que parece haber una apariencia de Teshuvá realizada, como dice el versículo: “¿No es porque Hashem no está en medio de mí que estos males han venido…?”. ¿Por qué, entonces, hay hastarat panim, es decir, no hay revelación de la Providencia Divina, lo que indica tiempos dolorosos y problemáticos para el pueblo judío?

El Rambán explica que su declaración no es, de hecho, un vidui, una confesión total (un componente necesario para la Teshuvá completa). Es meramente una observación y una expresión de arrepentimiento por haber pecado. La confesión del pecado con palabras –un paso necesario en el proceso de teshuvá– no se ha completado. Como resultado, aún no han sido perdonados por pecados como la adoración de ídolos y similares, y por lo tanto la Providencia Divina aún está oculta.

El Ramban explica además que si bien la falta de una confesión total inhibe la Teshuvá completa, el arrepentimiento por los propios pecados es lo suficientemente poderoso como para aliviar el severo castigo de “muchos males y angustias”, pero no eliminará completamente el castigo.

El Mabit ofrece una interpretación interesante y novedosa en su Séfer Bais Elokim. Si una persona se arrepiente de sus pecados pero no cumple con el componente de la Teshuvá que requiere azivat hajet –tomar la resolución sincera de no volver a cometer el pecado–, de todos modos ha cumplido el principio del mandamiento positivo (mitzvat asaeh) de hacer Teshuvá, y eso será favorable para su expiación.

Esto es muy alentador. Significa que, aunque el individuo no haya completado con éxito su proceso de Teshuvá, cada pensamiento de arrepentimiento que haya experimentado ayuda a aliviar su castigo y le otorga méritos adicionales.

Rabbeinu Yonah escribe en Shaarei Teshuvá que hay muchos, muchos niveles de Teshuvá, cada uno de los cuales eleva al individuo para acercarlo a Hashem. Además, cada elemento de la Teshuvá genera perdón, incluso si no es suficiente para rectificar por completo el pecado.

Aprendemos en el Talmud (Kidushin 49b) que si uno le pide a una mujer que se case con él con la condición de que sea un Tsadik, entonces incluso si fue una persona completamente malvada, el matrimonio es igualmente válido. La razón dada es porque es posible que mientras caminaba hacia el altar, haya tenido pensamientos de Teshuvá en su corazón. Aunque fueron sólo pensamientos, y en realidad no cumplió con los diversos componentes que se requieren para la Teshuvá completa, aún se lo considera como un Tsadik . Sin embargo, tendrá que cumplir con todos los demás pasos en el proceso de Teshuvá para expiar totalmente sus pecados, incluyendo la promesa de nunca volver a cometerlos. La singularidad de esta interpretación es que tan pronto como el individuo tiene pensamientos de Teshuvá y considera la posibilidad de cambiar su forma de ser, ya se lo considera un Tsadik.

Esto es similar a nuestro pedido en Shemoné Esré, donde pedimos: “e influéncianos para que regresemos en perfecto arrepentimiento ante Ti”. Hay arrepentimiento que es incompleto y hay arrepentimiento absoluto. El primero consiste en meros pensamientos de Teshuvá y una voluntad de cambiar. El segundo tipo de Teshuvá realmente completa todos los pasos necesarios y actualiza los pensamientos en palabras y acciones.

En la vida tenemos muchas oportunidades de hacer Teshuvá, a nivel personal, pero también podemos marcar la diferencia en el esfuerzo de Teshuvá de los demás. El gran rabino Avigdor Miller solía señalar que es muy posible que la razón por la que uno haya merecido conseguir un empleo en una posición particular sea para poder ayudar a un colega que aún no es observante a acercarse a Hashem. De manera similar, dijo, uno puede encontrar una casa o un departamento para poder tener una influencia positiva en un vecino para que haga Teshuvá. Nuestros sabios han sugerido que las palabras recitadas por el jazán el viernes por la noche –Él resucita a los muertos con Sus palabras– también pueden entenderse como que la palabra amable de uno hacia otra persona puede inspirar a esa persona y revitalizarla.

No muy lejos de una yeshivá ubicada en los suburbios de Jerusalem, había una pequeña tienda de conveniencia, cuyo dueño era un judío tradicional muy amable, Ofir. Él amaba a los estudiantes de la yeshivá, los respetaba mucho y siempre les hacía descuentos en sus compras. Si a un estudiante le faltaba cambio, él le perdonaba el saldo pendiente.

Uno de los estudiantes estaba pasando por un momento difícil en la yeshivá. Sentía que a otros les iba mucho mejor y que él no era productivo. Después de pensarlo mucho, decidió que dejaría la yeshivá y se pondría a trabajar.

Después de tomar su decisión, besó la mezuzá de la puerta de la yeshivá como si se estuviera despidiendo de ella. Luego se detuvo en el makolet para despedirse. Ofir se sorprendió y dijo: “Quiero que sepas que es gracias a ti que el mundo existe. Todos estamos aquí sólo por tu zejut. Sólo quisiera poder sentarme y aprender. Es imposible medir la recompensa que mereces por sentarte y estudiar en la yeshivá”.

El bajur se quedó desconcertado. “¿Esto es lo que Ofir piensa de mí? ¿Piensa que soy tan digno y está cantando mis alabanzas? ¿Cómo podría considerar abandonar el mundo de la Torá?”

Mientras salía de la tienda, sus ojos se llenaron de lágrimas. Es cierto, pensó para sí mismo, que el estudio de la Torá me resulta un desafío. Pero déjame intentar quedarme en la yeshivá al menos hasta el final del zman para darme otra oportunidad y ver si puedo tener éxito. Siempre puedo irme en cualquier momento.

El bajur regresó a la Yeshivá al día siguiente y continuó estudiando diligentemente. Poco a poco se dio cuenta de que realmente estaba experimentando éxito y satisfacción en su estudio de la Torá.

Durante Bein Hazmanim (vacaciones de verano), el bajur regresó a su casa y le escribió una carta a Ofir para expresarle lo agradecido que estaba, porque sus palabras habían hecho una gran diferencia en su vida y lo habían inspirado a continuar aprendiendo en la Yeshivá.

Cuando el bajur regresó a la yeshivá después de las vacaciones de verano, su primera parada fue el makolet. Sin embargo, se sintió decepcionado al ver que la tienda estaba cerrada. Le preguntó a un transeúnte dónde estaba Ofir, y el hombre le dijo: “¿No te enteraste? La semana pasada Ofir falleció de repente. Hoy es el último día de shivá“.

El bajur corrió rápidamente a la casa para ser menajem avel, momento en el que leyó a toda la familia reunida las sentidas palabras que había escrito. Una expresión de fe positiva, una palabra de aliento, de inspiración, tiene el poder de producir pensamientos de teshuvá y de redirigir el camino de una persona en la vida.

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