La decisión del gobierno israelí de hacer concesiones significativas a los secuestradores de Hamás nunca debería llamarse un “trato”. Fue una extorsión. ¿Lo llamaría un trato si alguien secuestrara a su hija y usted “aceptara” pagar un rescate para recuperarla? Por supuesto que no. El secuestro fue un delito. Y la exigencia extorsiva fue un delito adicional. En la imagen: Un terrorista de Hamás sostiene a dos de los muchos niños israelíes que Hamás asesinó o secuestró y llevó como cautivos a la Franja de Gaza, el 7 de octubre de 2023.
La decisión del gobierno israelí de hacer concesiones significativas a los secuestradores de Hamás nunca debería calificarse de “trato”. Fue una extorsión. ¿Lo llamaría usted trato si alguien secuestrara a su hija y usted “acordara” pagar un rescate para recuperarla? Por supuesto que no. El secuestro fue un delito. Y la exigencia extorsiva fue un delito adicional.
Así que la descripción adecuada de lo que ocurrió es que Israel, presionado por Estados Unidos, capituló ante las demandas ilegales y extorsivas de Hamás como la única manera de salvar las vidas de bebés secuestrados, madres y otros rehenes inocentes, en su mayoría civiles.
No fue el resultado de una negociación entre iguales. Si un ladrón armado te pone una pistola en la cabeza y te dice: “tu dinero o tu vida”, tu decisión de darle tu dinero no se consideraría un trato. Tampoco se debería considerar un trato el acuerdo extorsivo al que accedió Israel. Dejemos, pues, de utilizar ese término.
Cuando un grupo terrorista “negocia” con una democracia, siempre tiene la sartén por el mango. Los terroristas no están limitados por la moral, la ley o la verdad. Pueden asesinar a voluntad, violar a voluntad, torturar a voluntad y amenazar con hacer cosas peores. La democracia, en cambio, debe cumplir las normas de la ley y escuchar las súplicas de las familias de los rehenes. El resultado de este esfuerzo fue malo para la seguridad de Israel, pero bueno para los rehenes que siguen vivos y sus familias. El corazón manda sobre el cerebro, como suele ocurrir en las democracias morales que valoran la salvación inmediata de las vidas de personas conocidas por encima de las muertes futuras de personas hipotéticas cuya identidad desconocemos. Esta disyuntiva es comprensible como algo compasivo, aunque no sea una política convincente.
Si todas las naciones democráticas adoptaran la política de no negociar nunca con terroristas, tal vez desalentarían el terrorismo, pero todas las naciones se someten a las exigencias de secuestradores y extorsionadores, de modo que el terrorismo y la toma de rehenes se han convertido en una táctica primordial de las peores personas del mundo, y el resto de nosotros somos cómplices.
Especialmente cómplices, con las manos manchadas de sangre, son los partidarios de Hamás en los campus universitarios que gritan consignas a favor de la intifada y la revolución. También son cómplices las organizaciones internacionales, como la Corte Penal Internacional, que tratan a Israel y Hamás como iguales. Estos partidarios del terrorismo alentaron a Hamás a resistir durante muchos meses con la creencia de que su apoyo presionaría a Israel para que hiciera más concesiones.
Los estudiantes del terror –los estudiantes universitarios que alientan a Hamás a continuar con sus métodos asesinos– deben rendir cuentas por su complicidad en el mal. Aunque tengan los mismos derechos que los judíos en virtud de la Primera Enmienda, se los debe tratar con el mismo desprecio que se trata a los nazis, al KKK y a los racistas partidarios de la violencia. La Primera Enmienda no les da derecho a ser contratados por empleadores decentes.
La Primera Enmienda otorga a los empleadores el poder de negarse a asociarse con partidarios del nazismo, del terrorismo de Hamás u otros grupos malignos. La ley estadounidense penaliza el apoyo material a grupos terroristas designados, entre los que se incluyen Hamás y Hezbolá. La moral, a diferencia de la ley, debería considerar inmoral brindar cualquier apoyo (material, político, económico o demostrativo) a cualquier grupo terrorista como Hamás. Sin embargo, tanto los candidatos a la presidencia como a la vicepresidencia del Partido Demócrata instaron a la gente a escuchar los mensajes de estos manifestantes. Nunca dirían eso de los manifestantes que estaban a favor de linchar a negros o violar a mujeres. Pero Hamás sí lincha a judíos y viola a mujeres judías. No hay ninguna diferencia moral.
Acogemos con satisfacción la noticia de que quizá 33 de los 98 rehenes puedan ser liberados, algunos de ellos con vida, teniendo presente que lo que Hamás extorsionó a Israel a cambio de estas liberaciones puede muy bien poner en peligro la seguridad de Israel en el futuro y costar aún más vidas inocentes.
Y pongamos la culpa de TODAS las muertes en Gaza donde corresponde: en Hamás y en los idiotas útiles e inútiles fanáticos que apoyan a terroristas asesinos.
(Republicado desde el Instituto Gatestone)