Sivan Rahav Meir
Nir Manusi escribe sobre la Parashá y, de hecho, sobre nuestras vidas: “Cuando leemos en la Torá la historia del Éxodo de Egipto, tenemos que mirar a la sociedad occidental y decir la verdad: estamos esclavizados por la libertad. Aquí se crea una paradoja. Hemos elevado la libertad a lo más alto en la escala de valores y al hacerlo, nos hemos vuelto esclavos de ella.
Hay toda una cultura que nos dice: ´No seas tonto, debes divertirte y aprovechar cada oportunidad. Llénate de experiencias, prueba de todo, logra todo´. Pero hay tantas posibilidades que esto se vuelve imposible.
Trata de escoger un queso o un champú en el supermercado y encontrarás que hay 20 opciones diferentes. ¿Y qué pasa a la hora en que debes elegir una profesión? ¿O una pareja? Entonces, te sientes confundido, frustrado e incluso después de haber elegido, comparas lo que escogiste con lo que escogieron los demás y no te sientes seguro de haber elegido bien.
No nos gusta reconocer que necesitamos que limiten, un poco, nuestra libertad de elección. Cuando no hay elección alguna, no eres libre, pero cuando tienes demasiadas opciones, esto también es paralizante.
El resultado es que quien quiere viajar a todos los lugares y comer todos los alimentos y beber todos los tipos de vinos existentes no logra disfrutar de la verdadera experiencia: la experiencia de concentrarse en algo. Enfocarme en mi familia, en mi hogar, en mi vida. Parece que estoy experimentando de todo, pero estoy perdiendo el lugar simple e integro que requiere de dedicación y no distracción, que requiere de profundidad e inversión.
La libertad es un recurso importante, pero debe servirnos a nosotros y no dominarnos. La libertad es necesaria para realizar otros valores. La condición ideal es aquella en que sé cuál es mi misión, qué quiero hacer en el mundo, y es para esto que sirve la libertad. Es así como se llega a la libertad: superando la libertad excesiva.
Éste es el desafío, desde la Parashá hasta el día de hoy”.