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Shabat Shalom Semanal Parashat Jukat

Shabat Shalom Semanal Parashat Jukat

Rab Itzjak Zweig

Jukat (Números 19 – 22)

¡Buenos días! He escrito varias veces sobre los increíbles beneficios personales de ser agradecido y que la palabra hebrea “Yehudi” (judío) deriva de la palabra hebrea para “gracias”. Por lo tanto, la definición misma de ser judío es que, en esencia, debes expresar gratitud.

Existen numerosos estudios que demuestran de forma concluyente que las personas con una actitud de gratitud son significativamente más felices con sus vidas. Quienes se centran en la gratitud y el aprecio pueden aplicar esta actitud al pasado (apreciando a un maestro u otros elementos de la infancia), al presente (sin dar por sentado las bendiciones actuales) y al futuro (mirando hacia adelante con optimismo). Esta es un área muy valiosa de desarrollo personal.

Sin embargo, en la columna de esta semana quisiera dejar de lado los beneficios de la gratitud y centrarme en la obligación de ser agradecidos con los demás. A veces damos por sentado la bondad y, peor aún, solemos crear expectativas, como si nos la debieran. Los niños y adolescentes suelen actuar así y, por desgracia, algunos nunca lo superan. Esto me recuerda un chiste.

Una viejecita vendía pretzels en la esquina a cincuenta centavos cada uno. Todos los días, un joven abogado salía de su oficina a la hora del almuerzo y, al pasar por su puesto de pretzels, dejaba dos monedas de veinticinco centavos. Sin embargo, nunca aceptaba un pretzel. Simplemente sonreía y se iba. Esto continuó durante muchos años.

Aunque nunca hablaron, todos los días él le dejaba sus monedas con cuidado, la miraba a los ojos y ella asentía agradecida al irse sin un pretzel. Un día, cuando el abogado pasó por su puesto y colocó sus cincuenta centavos, la vendedora de pretzels le tocó suavemente el brazo y finalmente le habló:

Señor, le agradezco su preferencia y es mi cliente favorito. Pero necesito decirle algo: el precio de los pretzels ha subido a setenta y cinco centavos.

¿Cuáles son los parámetros para agradecerle a alguien? Si una persona se siente con derecho a algo, ¿tiene una deuda de agradecimiento? Sentir que le debe algo a alguien puede ser bastante desagradable. Como escribió el rey Salomón: “El que toma prestado es esclavo del que presta” (Proverbios 22:7). Por lo tanto, a menudo nos esforzamos al máximo para evitar sentirnos en deuda con alguien, incluso hasta el punto de atribuir su bondad a motivos egoístas (por ejemplo, “no lo hizo por mí, sino por sí mismo”).

Así que, pensemos en a quién podemos estar agradecidos. ¿Le debemos algo al agente de la aerolínea que cobra por ayudarte a reservar tu vuelo? ¿Y a la camarera que cobra por traerte la comida (con la esperanza de recibir una propina)? ¿Y qué tal agradecer a los soldados uniformados cuando los vemos por ahí?

También debemos considerar cómo agradecemos a los demás: ¿es un simple “gracias”? Al bajar de un Uber, ¿mascullamos alguna señal de agradecimiento apenas audible o miramos al conductor a los ojos y le transmitimos una verdadera expresión de agradecimiento? La mayoría podemos mejorar en el momento presente y comunicar un verdadero sentido de agradecimiento.

A veces pensamos que no les debemos mucha gratitud porque ellos (conductores de Uber, camareras, etc.) reciben un pago por sus servicios. Justificamos nuestra falta de agradecimiento pensando que prestan servicios para su propio beneficio (como pagar el alquiler). Empezamos a pensar: “¿Por qué les debo una deuda de gratitud si lo hicieron por sus propios motivos?”. En la lectura de la Torá de esta semana tenemos un ejemplo bastante asombroso, casi escandaloso, de esto:

Og, rey de Basán, salió contra ellos, él y todo su pueblo, para combatir en Edrei. Di’s le dijo a Moisés: “No le tengas miedo, porque en tus manos lo he entregado […]” (Números 21:33-34).

La parashá de esta semana termina con el relato del encuentro épico entre Moisés y Og, el rey gigante de Basán. Og había sido uno de los Nefilim (los que cayeron o “ángeles caídos”; véase Rashi sobre Génesis 6:4); una raza de gigantes de la época anterior al Diluvio Universal. Era conocido como “el fugitivo” porque sobrevivió a la destrucción del diluvio (véase Rashi sobre Génesis 14:13). El versículo nos dice que Moisés estaba muy preocupado por encontrarse con Og en una guerra.

A primera vista, esto parece un poco extraño. Más allá de todos los milagros que Di’s había realizado en Egipto, los israelitas habían librado muchas guerras e incluso diezmado a Sicón, rey de Jesbón, considerado uno de los guerreros más poderosos del mundo. Entonces, ¿por qué Moisés se preocupó repentinamente por luchar contra Og?

Rashi (21:34) explica que, casi 500 años antes, Og ​​le había hecho un favor a Abraham, el antepasado de los Hijos de Israel. Moisés temía que el mérito de esta bondad le brindara protección, quizás incluso lo hiciera invulnerable. ¿Qué bondad le había hecho Og a Abraham que le brindara tal protección divina?

En Génesis (14:1-12), la Torá relata algunos detalles de una guerra épica que enfrentó a nueve reinos. Cuatro reyes se enfrentaron a otros cinco reyes y los derrotaron rotundamente, así como a muchas otras naciones que se cruzaron en su camino. Una de las naciones que fue completamente destruida fue la de los refaítas, una nación de gigantes, y Og fue el único sobreviviente (“fugitivo”). Además, uno de los cinco reyes derrotados fue el rey de Sodoma, donde residía Lot, sobrino de Abraham.

Og acudió a Abraham para informarle que su sobrino había sido hecho prisionero por los cuatro reyes. Esta fue la gran bondad que Og le mostró a Abraham, la que hizo que Moisés se preocupara por encontrarse con Og en batalla. Sin embargo, esto es difícil de comprender. Rashi (Génesis 14:13) afirma muy claramente que Og acudió a informar a Abraham sobre lo sucedido con Lot por motivos egoístas.

Abraham se casó con Sara, quien, según el Talmud (Meguilá 15a), era una de las mujeres más hermosas que jamás haya vivido. Og esperaba que Abraham se sintiera impulsado a entrar en la guerra (para rescatar a su sobrino) y que, durante el combate, muriera, allanando así el camino para que Og estuviera con Sara. Por lo tanto, Og tenía motivos muy egoístas para darle a Abraham la noticia de su sobrino: ¡Og realmente esperaba que Abraham muriera! ¿Cómo es que esto llega a ser un mérito tan grande que, después de 500 años, Moisés todavía se preocupa por la protección de Og?

Para ilustrarlo, imaginemos por un momento que alguien es atacado por un asaltante y golpeado en la cabeza. Tras este desafortunado suceso, la víctima se dirige al hospital más cercano para ser examinada. Los médicos deciden realizarle una tomografía computarizada de la cabeza para asegurarse de que no haya daños más graves. Milagrosamente, la tomografía revela que, si bien no hay daños permanentes por el golpe del asaltante, hay un tumor canceroso que crece lentamente dentro del cráneo y que debe ser extirpado.

Este tumor probablemente habría matado a la persona y, de no haber sido asaltada, tal vez no se habría detectado a tiempo. ¿Tiene la víctima ahora una deuda de gratitud con el asaltante? ¿En qué se diferencia esto de la historia de Og?

En realidad, es muy diferente. En el caso del asaltante, la víctima nunca quiso sufrir un golpe fuerte en la cabeza. Que, providencialmente, le encontrara un tumor es simplemente la mano guía del Todopoderoso. Sin embargo, en el caso de Og, Abraham deseaba la información que éste le proporcionaba y era muy consciente de los riesgos que corría al entrar en guerra con los cuatro reyes.

El hecho de que Og tuviera sus propios planes no disminuye la bondad hacia Abraham; Og le estaba brindando un servicio que éste deseaba, y Abraham lo agradecía. Hacerle un favor a alguien tan grande como Abraham fue motivo suficiente para que Moisés reflexionara. Por lo tanto, el Todopoderoso tuvo que tranquilizarlo.

La Torá nos enseña una lección notable sobre hakarat hatov (reconocer el bien que hemos recibido). ¿Cuántas veces has estado en una boda o bar mitzvá y has escuchado a otros hacer comentarios despectivos sobre el anfitrión o la anfitriona: “¿Puedes creer cuánto dinero gastaron en esto?” ¿O tal vez has asistido a una lujosa fiesta al estilo Gatsby y has escuchado a otros hacer comentarios sarcásticos sobre los anfitriones como arribistas patéticos y “nuevos ricos”, mientras disfrutaban de su comida y bebían vino?

Detestamos sentir que tenemos una deuda. Por lo tanto, nos esforzamos por atribuirle una motivación egoísta a un benefactor que parezca interesarse por sí mismo o, como mínimo, no ser totalmente altruista. Lo hacemos para disminuir nuestro sentimiento de obligación hacia esa persona. Esto está mal. La Torá nos enseña que debemos apreciar cualquier bondad que se nos haga, independientemente de la motivación del benefactor.

Porción semanal de la Torá

Jukat, Números 19:1 – 22:1

El pueblo judío vaga por el desierto durante su último año. Se mencionan las leyes de la vaca roja (Parah Adumah); se quemaba con madera de cedro, hisopo e hilo escarlata. Las cenizas se usaban en una ceremonia de purificación para quienes habían estado en contacto con los muertos. Curiosamente, todos los que participaban en la preparación de las cenizas se volvían ritualmente impuros, pero todos los que eran rociados con ellas se purificaban ritualmente. Es una lección: debemos obedecer los mandamientos incluso si no los entendemos. Di’s decretó los mandamientos. Son para nuestro beneficio. Quizás no siempre sepamos por qué.

Miriam, hermana de Moisés y profetisa, muere. El pozo itinerante que había acompañado a los israelitas por méritos suyos dejó de fluir. El pueblo se rebela contra Moisés y Aarón por la falta de agua. El Todopoderoso le dice a Moisés que le pida agua a la roca. Moisés se enoja y golpea la roca, y el agua brota a borbotones. Sin embargo, el Todopoderoso castiga a Moisés y Aarón por no santificarlo, prohibiéndoles la entrada a la tierra de Israel. (¡Vale la pena seguir las instrucciones y contener la ira!)

Aarón muere. Su hijo, Elazar, es nombrado nuevo Sumo Sacerdote. El rey cananeo de Arad ataca a los israelitas y es derrotado rotundamente. Se produce otra rebelión por la comida y el agua, que es respondida con una plaga de serpientes venenosas. Moisés ora por el pueblo y Di’s le ordena colocar la imagen de una serpiente en un poste alto. Todos los que la vieran pensarían en Di’s, se arrepentirían y vivirían.

Los israelitas entonces aniquilaron a los amorreos y a los bashanitas que no sólo nos negaron el paso pacífico a través de sus tierras, sino que también nos atacaron.

Encendido de las velas de Shabat
(o vaya ahttps://go.talmudicu.edu/e/983191/sh-c-/ljtrb/1341888369/h/c0tgDwNEO1kLLNTVGRCDayfQeSwE8Ydi1jx3V2-pXC8)
Jerusalem 7:13
Miami 7:58 – Ciudad del Cabo 5:31 – Guatemala 6:17
Hong Kong 6:54 – Honolulu 6:59 – Johannesburgo 5:10
Los Ángeles 7:49 – Londres 9:04 – Melbourne 4:55
México 7:01 – Moscú 8:56 – Nueva York 8:12
Singapur 6:56 – Toronto 8:44.

Cita de la semana

Una vez que internalicé que la vida no me debe nada, comencé a valorarla.

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