21 de julio de 2019
El 30 de enero de 2019, Hamodia’s Magazine (como parte de su historia, “Un día con el rabino Michoel Scharf” de Kedassia) publicó esta historia inolvidable. Lo reproducimos aquí con su permiso. El rabino Binyomin Goldberger, coordinador rabínico de Kedassia, compartió lo siguiente: Una vez fui a Bélgica con el rabino Avrohom Lebrecht, nuestro coordinador rabínico senior, para inspeccionar una empresa de pescado donde un licenciatario de Kedassia quería producir salmón ahumado. Cuando llegamos al sitio de producción, nos dimos cuenta que la misma planta también procesaba peces no kosher. Le dijimos al propietario que no seríamos capaces de producir peces kosher allí, ya que esto estaba en contra de la política de Kedassia. El propietario nos llevó a su oficina y comenzó a hacernos preguntas: “¿Qué necesito cambiar en mi fábrica para que me permitas producir para el mercado kosher?”, preguntó. Le explicamos que tendría que dejar de producir pescado no kosher, y también que su equipo tendría que ser kasherizado con un soplete (que muchas empresas son reacias para permitir porque puede arruinar su equipo delicado). Para nuestra gran sorpresa, aceptó todas nuestras condiciones y prometió dejar de producir pescado no kosher en toda su fábrica. “¿Por qué estás tan desesperado por hacer esto?”, le preguntamos. “Vas a perder muchos clientes”. Nos sacudió su respuesta, y puso de relieve la enorme responsabilidad que lleva cada judío observante de la Torá. “Quiero hacer negocios con los judíos”, dijo el propietario, y procedió a compartir con nosotros la siguiente historia…
“Mi padre estaba tan impresionado con la integridad de un judío ortodoxo que a menudo me repetía la historia, ¡y por eso yo también quiero hacer negocios con los judíos!” Para reflexionar… Procedió a compartir con nosotros la siguiente historia. “Mi padre era un comerciante textil aquí en Bélgica antes del Holocausto, e hizo muchos negocios con los estadounidenses. Uno de sus clientes leales era un judío religioso de Nueva York, un judío como usted, llamado Mr. Rosenberg. En 1940, este judío le debía a mi padre $4,000. Entonces estalló la guerra en Bélgica, y durante cinco años el mundo se volvió loco. Toda la normalidad cesó. Las empresas y los bancos dejaron de operar y, por supuesto, la gente dejó de ver de vuelta cualquier dinero que les debía. Mi padre también dejó toda esperanza de volver a ver sus $4,000. “Un día, después de la guerra, hubo un golpe en nuestra puerta, ¡y ahí parado no estaba nada más y nada menos que el señor Rosenberg de Nueva York, que había venido a pagar su deuda! Durante todos esos años, nunca olvidó lo que le debía a mi padre. No sólo eso, sino que, como no podía enviar el dinero, lo había puesto en una cuenta especial, y había acumulado intereses. ¡Así que trajo consigo el interés por el dinero también! “Mi padre estaba tan impresionado con la integridad de este judío ortodoxo que a menudo me repetía la historia, ¡y por eso yo también quiero hacer negocios con los judíos!”. Reproducido con permiso de Kashrus Magazine. Para mayor información sobre kashrut o suscribirse a las versiones impresas o digitales de Kashrus Magazine, entre en www.kashrusmagazine.com o por mail kashrus@aol.com