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¿Sientes orgullo o vergüenza?

¿Sientes orgullo o vergüenza?

Rab David Zaed

16 de enero de 2020

Dijeron nuestros Jajamim: “Los ancianos de los ignorantes, cuánto más envejecen, sus mentes se atrofian. Y los ancianos de (los estudiosos de la) Torá, mientras más envejecen, sus mentes se asientan más (Sof Maséjet Kenim).

Esto se podría comprobar hoy en día. Si uno le pregunta a un Iehudí alejado de la Torá y las Mitzvot cómo era su abuelo, respondería: “¡Era un holgazán! ¡Todo el tiempo estaba leyendo Tehilim, Jok Leisrael y Mishnayot, y no sabía hacer otra cosa! De su negocio sólo se ocupaba lo necesario para subsistir, y seguramente era porque no sabía trabajar…”. Y se le preguntamos sobre su padre, dirá: “El vivía un siglo atrasado. No iba al cine, no veía televisión… ¡Era un fanático! Se la pasaba en el Bet Hakneset y no hablaba otra cosa que no fuera de Torá. ¡Yo me avergonzaba de ser su hijo!”

Por eso está escrito que “los ancianos de los ignorantes, cuanto más envejecen, sus mentes se atrofian”. “¡Se atrofian a los ojos de sus hijos y nietos ignorantes!”

En cambio, si uno le pregunta a un Iehudí observante cómo era su abuelo, responderá emocionado: “Era un gran Tzadik, tenía grandes cualidades, cumplía las Mitzvot simples al igual que las importantes, siempre se lo veía con su libro de Torá en la mano… ¡Era un verdadero ejemplo!

Y se le preguntamos por su padre, contestará: “¡Oh! ¡Era un santo, lleno de pureza! Se levantaba todos los días antes del amanecer para decir Tefilá y estudiar Torá, y la Palabra de Hashem nunca se apartó de su boca… ¡Parecía un ángel! ¡Cómo cuidaba su boca! Sabía callarse a tiempo y sólo la abría para bendecir y alabar a Hashem, y hablar bien de la gente… ¡Estoy orgulloso de ser su hijo!”.

Y por eso está escrito que “los ancianos de los estudiosos de Torá, mientras más envejecen, sus mentes se asientan más”. ¡Sus mentes son más admiradas por los estudiosos de la Torá!

Y esto es lo que nos está contando la Torá en esta perashá con las palabras: “Estos son los nombres de los hijos de Israel que vinieron a Egipto con Iaacob, cada hombre con su casa, llegó” (Shemot I 1)

Ellos no se avergonzaron de sus padres y sus abuelos, sino al contrario: Estaban orgullosos de ellos. Y educaron a sus hijos como lo habían hecho sus antepasados con ellos, en el Camino de la Torá y las Mitzvot. Y fue por eso que, a pesar de haber vivido en medio de un imperio tan poderoso y admirable a la vista de todo el mundo, ninguno de ellos se asimiló. Y fue por eso que, a pesar de que muchos llegaron a una categoría tan baja de adorar ídolos y olvidarse casi de su presencia, todos ellos, sin excepción, mantuvieron su identidad como Hijos de Israel. Porque estaban orgullosos de su pasado glorioso,

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