Eyal Zisser
29 de enero de 2020
El mundo árabe no contuvo la respiración el martes al revelarse el plan de paz del presidente de Estados Unidos Donald Trump, y en general respondió con moderación e incluso con un silencio ensordecedor.
Por otra parte, sin embargo, y ésta es la buena noticia, tampoco hubo expresiones de indignación o rechazo rotundo del plan – ni sobre la declaración de una Jerusalem unida como capital de Israel; ni sobre la demanda de reconocer a Israel como un estado judío; ni siquiera sobre la esperada anexión de los poblados en Judea y Samaria. Después de todo, la mayoría de los Estados árabes tienen cuestiones mucho más importantes y urgentes que el futuro de los palestinos, y si los palestinos no quieren, o tal vez son incapaces de asumir la responsabilidad de su futuro por primera vez en la historia, nadie en el mundo árabe tiene la intención de hacerlo por ellos.
Los palestinos, desde su perspectiva, han elegido, como era de esperar, rechazar indignados la propuesta de paz americana. Aparentemente, preferirían “vivir en una película” y seguir soñando con un futuro mejor y continuar la lucha contra Israel – o incluso la intervención internacional para obligar a Israel a concederles todos sus deseos. Pero nada de esto, después de todo, sucederá, y el mundo entero, excepto los palestinos, ya se ha dado cuenta de esto.
La suposición de que preservar el estatus quo sirve a los palestinos o no empeora su situación se hizo añicos el martes, pero debido a la debilidad de la sociedad palestina y de sus dirigentes, no están sacando las conclusiones necesarias ni respondiendo al llamamiento de Trump.
Así pues, en lugar de reconocer la realidad, interiorizando que nunca se les ofrecerá una propuesta mejor, pero sobre todo en lugar de arremangarse en un esfuerzo por tratar de construir una sociedad y una economía más fuertes y prósperas -y con suerte sacando el vagón palestino del barro en el que ha estado atascado durante décadas- los palestinos prefieren seguir perdiendo todas las oportunidades que se presenten en su camino.
A diferencia del pasado, el Oriente Medio ya no está dividido por los israelíes por un lado y los palestinos, con el respaldo de los Estados árabes, por el otro. La nueva línea en la arena corre entre Irán y sus aliados, y los Estados árabes moderados con Israel y los EE.UU. a su lado. En su decisión de rechazar el plan americano, los palestinos optan por estar del lado equivocado del mapa y de la historia. El mundo árabe lo entiende, lo que explica la frialdad con la que se está dirigiendo a los palestinos en esta fatídica coyuntura.
El plan que Trump propuso el martes está a años luz del sueño palestino. Pero es un plan realista y práctico, que aborda la gama de problemas que siempre se han interpuesto en el camino de un acuerdo de paz. Su principal ventaja es que, al contrario que en el pasado, este plan no es rehén de la debilidad o los caprichos de los palestinos, e Israel y los Estados Unidos pueden implementarlo, en su totalidad o parcialmente, por su cuenta. Este es un logro importante para Israel, y es posible que el año 2020 sea recordado en la historia de la misma manera que actualmente recordamos 1948 y 1967.
(Israel Hayom)