Rab. Dανιd Zαed
30 de enero de 2020
Como se ha mencionado, está escrito en nuestra Perashá: “También el hombre Moshé era muy grande a los ojos de los siervos de Par-ó y a los ojos del pueblo”.
El Libro Meam Loez comenta al respecto:
A pesar de que todas las plagas que mandó Hashem a Egipto llegaron por medio de Moshé Rabenu, los egipcios no sólo no odiaron a Moshé, sino que terminaron admirándolo y respetándolo. Porque entendieron que Moshé fue el líder absoluto del pueblo y el emisario fiel de Hashem.
Y más adelante, cuando la Torá nos cuenta la epopeya del cruce del Mar Rojo, dice: “Y vio (el pueblo de) Israel la Mano grande que hizo Hashem con (el pueblo de) Egipto, y temió el pueblo a Hashem. Y confió en Hashem y en Moshé, su siervo” (Shemot XIV 31).
¿Cómo llegó Moshé Rabenu a ocupar ese cargo de liderazgo que fue reconocido no sólo por sus dirigidos, sino también por sus adversarios?
La respuesta es porque Moshé tenía la cualidad más grande que necesita un líder: La de sentir el sufrimiento de los demás como el suyo.
Hagamos una reseña de su historial.
La Torá nos cuenta que Moshé, después de haber sido rescatado por la hija de Par-ó fue llevado al palacio real y criado allí. Así está escrito: “Y fue en aquellos días, y creció Moshé y salió a (ver a) sus hermanos, y vio sus cargas… (Ibíd. II 11). Comentario de Rash”í: “Y creció Moshé” significa que Par-ó lo nombró (el jefe) sobre toda su casa (real)”. Y las palabras “Y vio en sus cargas” quiere decir que dirigió sus ojos y su corazón para sentirse triste por ellos (por los hebreos).
Observemos esto: Moshé Rabenu, que era parte del gobierno del imperio egipcio, podía saber la situación de sus hermanos sólo por los informes que le llegaban. Pero también entendió que lo que está lejos de los ojos está lejos del corazón, y no se conformó con verlo y oírlo, sino que quiso sentir el sufrimiento de sus hermanos en carne propia. Fue a la calle y los vio en sus cargas. El sólo hecho de salir a ver a sus hermanos lo perjudicó.
¿Cómo la Torá nos presenta a Moshé? No relatando sus aptitudes ni su fuerza, sino mostrando su ecuanimidad. El Midrash nos cuenta que cuando veía a uno de sus hermanos con una carga sobre sus hombros, le pedía que la ponga sobre él, porque quería sentir lo que el otro sentía.
¿Y qué vio ese día que salió a la calle? “Y vio un hombre egipcio que le pegaba a un hombre hebreo de sus hermanos…” (Ibíd.). Moshé podía haber seguido de largo y no meterse en problemas, sin embargo, no fue así. “Y se volteó a uno y a otro lado, y vio que no había ninguna persona, y mató al egipcio y lo enterró en la arena” (Ibíd. 12). Arriesgó su propia vida con tal de salvar a uno de sus hermanos que era agredido.
Al día siguiente salió otra vez. No se conformó con ver lo que pasó un día, sino que quería interiorizarse de la situación de sus hermanos más y más. Vio que dos hombres hebreos se peleaban, y regañó al agresor, a pesar de que los dos eran malvados. Pudo quedarse callado, pero no lo hizo; los pleitos entre sus hermanos le dolían, aunque se trate de un pleito entre dos malvados, porque le dolía que un Yehudí se pelee con el otro. Eso le costó muy caro. Tuvo que escaparse porque la justicia egipcia lo perseguía para castigarlo, y estuvo cuarenta años en el exilio antes de regresar a Egipto (Ver Ibíd. 13-14).
Y apenas llegó a Midián, donde se exilió, vio que unos pastores no dejaban abrevar al ganado de unas mujeres; todo era por una cuestión política o social, como nos cuenta el Midrash. Ahí también Moshé podía quedarse al margen del asunto, sin embargo, no lo hizo: Peleó con los pastores, los alejó de ahí, y le dio de beber al ganado de las mujeres (Ver Ibíd. 16-17). Porque Moshé no podía ver una injusticia, aunque no se trate de él mismo.
Dijeron nuestros Jajamim que (el Estudio de) la Torá se adquiere por medio de cuarenta y ocho cualidades. Una de ellas (la trigésima séptima) es la de “cargar el yugo con su compañero” (Pirké Abot VI 6). Esto significa que, si no se tiene una de esas cualidades, tampoco se tiene la Torá.
¿Y qué es “cargar el yugo con su compañero”? No es “ayudar al compañero”; no es hacer favores al otro, cosa muy elogiable. Porque cuando uno le hace un favor al otro, aunque el que hace un favor no conoce a quien le hizo el favor, sabe que hay quien recibió su favor. En cambio “cargar el yugo con el compañero” es sentir el sufrimiento del otro como propio, no como sufrimiento ajeno.
Eso fue lo que hizo Moshé: Sufría a la par con sus hermanos, a pesar de que él no estaba esclavizado ni estaba obligado a ser esclavo. Él se encontraba en la cúspide de la comodidad y el poder, pero vio el sufrimiento de sus hermanos y lo sintió como propio, y dejó todo con tal de salvarlos, arriesgando su propia vida para eso. Y ésa es la cualidad que la Torá resalta de Moshé Rabenu cuando lo “presenta en sociedad” y lo define como líder. Porque ésa es la cualidad más importante para elegir a un líder sobre sus dirigidos.
Tanto Moshé como David Hamélej fueron elegidos por Hashem como líderes de su pueblo cuando pasaron la prueba de haber sido pastores de ovejas. Dijo Hashem: “Tú eres buen pastor y te preocupas por cuidar y alimentar a mis criaturas, tú serás el líder de mi pueblo”.
Imaginemos a un candidato a presidente de un país poderoso, que se presenta como “buen pastor de ovejas” para que sea electo por su pueblo. ¡Sería presa de burlas por parte de la gente! Sin embargo, Moshé Rabenu y David Hamélej tenían innumerables dotes que la gente admira: Cada uno de ellos era fuerte (físicamente), inteligente, astuto, sabio y otras cosas más. Pero Hashem los eligió sólo porque eran “buenos pastores de ovejas”. Porque la cualidad más importante para un líder del Am Israel es que sea sensible a los sufrimientos y las necesidades de los demás, y no otra cosa.