Sivan Rahav Meir (Desde Isrrael)
La Doctora Rakefet Ben Ishai escribe: “Quien ha tratado de hacer una dieta sabe que el problema más difícil es cuando comemos un pedacito chiquito de algo “prohibido”, y después de ello nos decimos a nosotros mismos que de todos modos ya hemos caído y la dieta se ha perdido -y volvemos a comer sin hacer las cuentas-.
Esto es triste, ya que el primer pedacito que hemos comido era insignificante en términos de calorías y sólo esto no podría dañar toda la dieta. El problema se encuentra en aquello que nos hemos dicho a nosotros mismos luego que lo hemos comido. Le hemos dado el permiso de desviarnos del camino que hemos escogido y con ello nos hemos destruido a nosotros mismos.
Este error existe también en el plano emocional y espiritual.
En la Parashá aparece una secuencia de casos graves que parecieran no tener ninguna conexión entre ellos, pero Rashi explica que la Torá los ha escrito juntos para transmitirnos un principio básico: Una falta genera otra falta y todo hecho lleva a otro hecho más grave.
El problema principal en relación con el pecado no es el pecado en si sino aquello que el genera como consecuencia. El hombre cree que a causa del pecado él ha caído, ha sido descalificado y alejado. La desilusión empieza a corroerlo y él cree que no hay arreglo para su condición.
Esta forma de ver de “o todo o nada” lo lleva a seguir equivocándose y a seguir pecando -ya que de todos modos él ha fallado, él está fuera del juego-.
Pero, de hecho, la verdad es que esto no es cierto. Nadie es descalificado. La Torá nos dice que en cada punto y en cada etapa es posible recalcular la trayectoria nuevamente. Esto es verdadero en especial en el mes de Elul: Inclusive si comiste un pedacito demás, inclusive si estuviste en el trayecto equivocado, siempre puedes parar y reparar.”