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El peso del aire

El peso del aire

¿El aire tiene peso?

Hasta el siglo XVII esta pregunta habría parecido ridícula. El aire era el símbolo de la “nada” y, evidentemente, no tenía peso. Si tuviera algún peso, la gente podría sentirlo.

Luego vino Galileo Galilei, quien demostró mediante experimentos que el aire pesa. Hoy sabemos que el peso de toda la atmósfera es de aproximadamente 5,1 x 10 15 toneladas, y que el peso del aire que presiona sobre nuestros cuerpos cada segundo es de aproximadamente 10 toneladas. Sólo gracias a un sistema maravillosamente complejo en el que nuestros cuerpos crean una presión interna igual a esta presión externa, no sentimos el peso de la atmósfera presionando sobre nosotros.

Además, la densidad de la atmósfera no es la misma en todos los lugares. El aire frío es más denso que el aire caliente. Cuando el aire se calienta, se expande y pesa menos por volumen que el aire más frío. Por esta razón, el aire caliente se eleva. Este es el principio en el que se basan los aerostatos, como los globos aerostáticos (los globos de helio, como los dirigibles, funcionan según un principio relacionado, en el que el gas helio es más ligero que el oxígeno circundante).

Estos hechos son cruciales para nuestra existencia en la Tierra. A medida que el sol calienta la atmósfera, el aire caliente asciende en columnas en diferentes puntos del globo, mientras que las corrientes de aire frío que entran por los lados lo reemplazan. Este movimiento atmosférico genera viento que transporta las nubes de lluvia desde su punto de origen a través de los océanos hacia tierras habitadas.

Además, la formación de nubes también depende del movimiento del aire. A medida que el aire caliente de baja densidad asciende, se evaporan grandes cantidades de agua de los océanos, mares y lagos. El vapor asciende hasta alcanzar niveles superiores donde la temperatura es más baja. Cuando el aire caliente cargado de agua se encuentra con las capas superiores frías, deja de ascender y se condensa a partir de su estado gaseoso para formar una nube. Cuando la nube se encuentra con una capa de aire aún más frío, cada vez más gas se convierte en líquido, que finalmente forma gotitas que caen a la tierra en forma de lluvia.

¿Por qué las nubes liberan su agua en corrientes constantes de lluvia, en lugar de en ráfagas aisladas (que podrían provocar inundaciones y daños)? La explicación está en el fascinante y complejo sistema de cambios de temperatura, que hace que una parte de la nube permanezca liviana y en el aire durante su paso por el cielo, mientras que otras partes se condensan y se vuelven más pesadas hasta que liberan su agua en forma de lluvia.

Otra pregunta importante:

Antes de que Galileo hiciera su importante descubrimiento, ¿cómo habrían respondido los sabios de la Torá que vivieron hace 2.000 años a la pregunta: ¿Qué tan pesado es el aire y qué significa eso en términos de la cantidad de lluvia?

La Torá da una respuesta simple y directa en un versículo que describe las maravillas de la creación: “Él hace un peso para el viento, y mide las aguas con medida…” (Job 28:25).

El gran comentarista bíblico, rabino Meir Lob Weiser (conocido como el Malbim),(1) señaló el significado obvio de este versículo:

“Él hace un peso para el viento” – El elemento aire tiene peso y masa, lo que hace que el vapor llegue a las nubes, debido al estrato inferior del aire, que es más pesado que los vapores más ligeros. Por eso: “Él mide las aguas con medida” – Di’s mide cuánta agua permanece en las nubes y cuánta cae, aunque no lo suficiente como para inundar la Tierra.

Notas 

(1) El Malbim – Rabino Meir Lob ben Yehiel Mijal Weiser (1809-1879), un comentarista muy importante de la Torá.

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