23 de agosto de 2019
“Y ustedes experimentaron privación y hambre cuando El los alimentó con Man…” (8:3)
Este versículo alude a la Mitzvá del encendido de las velas de Shabat, dice el Midrash.
¿Cuál es la conexión entre encender las velas de Shabat y el Man que proveía el sustento de los judíos en el desierto?
Una persona disfruta el aspecto de la comida tanto como su sabor, establece otro Midrash (Kohelet Rabba 5:11). La Guemará dice que “la experiencia culinaria que una persona que puede ver es completamente diferente de la de otra persona que no puede ver – porque una persona ciega come, pero no se sacia (Yoma 74b).
Aunque comer Man debería haber sido la experiencia más excitante y satisfactoria en el mundo, porque una persona podía hacer que tenga el gusto de lo que ella quisiera, tenía una deficiencia -su apariencia-. El Man no tomaba la imagen de aquello a lo que sabía, y ello contribuyó a que sobreviniera una sensación de apetito.
En Shabat, uno está obligado a comer una Seudá en honor al día santo. Por la misma razón, las velas de Shabat deben estar encendidas, para que las personas puedan ver y apreciar su comida, lo que contribuye a un ambiente agradable y una experiencia culinaria, desde que la imagen real de una comida deliciosa trae a la persona disfrute y saciedad.
“La privación y el hambre” que los judíos experimentaron cuando comieron el Man vino como consecuencia que el Man no tenía ninguna apariencia en particular. No es suficiente para una persona imaginar un pedazo de carne y saborear carne. El también quiere ver el color marroncito, rosado y tostadito de un trozo de sabrosa carne cocida, y eso faltaba cuando los judíos quedaron con sensación de hambre.
Esta es la razón por la cual cuando llega Shabat debe haber velas encendidas, para que las personas puedan ver y apreciar su comida de Shabat y disfrutar no sólo su sabor sino también su apariencia.