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La plaga de la langosta

La plaga de la langosta

Zera Shimshon

31 de enero de 2020

El Midrash (Shemot Rabbah 13:4) establece que Hashem le estaba diciendo a los egipcios que las langostas van a permanecer precisamente dentro de los límites de Egipto y no van a entrar en los territorios del vecino pueblo de Jam. De acuerdo con esto está escrito (Yeshayahu 26:9): “Cuando hay un juicio sobre la tierra, ellos aprenden justicia”. La plaga de la langosta evacuó todas las dudas sobre los límites exactos entre Egipto y Jam.

El Midrash aparentemente estaría afirmando que sólo la plaga de la langosta podía resolver la cuestión limítrofe. ¿Cómo es esto? Egipto ya había sido atacada por las ranas, piojos y animales salvajes. No había duda que todas ellas se habían desplegado libremente por todo Egipto. En ese caso, ¿por qué las naciones no pudieron resolver las disputas limítrofes hasta que vinieron las langostas?

En las primeras siete plagas, las áreas judías del país no fueron afectadas en absoluto, lo que significa que aquellas cuestiones de límites no quedaron resueltas. No había ninguna rana ni piojos en esas áreas, por lo tanto, no había forma de saber dónde comenzaba y terminaba el límite. Las langostas, por el contrario, sí entraron en las áreas donde residían los judíos. La razón para esto es simple. El tipo de langostas que eran kosher volaban cerca de las casas judías para permitir a los Bnei Israel cazarlas y comerlas. De tal forma, mientras las langostas invadieron cada rincón de la tierra, ellas eran muy precisas en no poner incluso una sola pata en la tierra de Jam, proveyendo así clara evidencia sobre cualquier disputa limítrofe que pudiera existir.

Ahora podemos entender por qué Paró dijo: “Yo veo que el mal está delante de sus caras” a los Bnei Israel justamente en esta plaga. Cuando él entendió que las langostas iban a estar en todas partes, incluso en las zonas ocupadas por los judíos, él consideró esto como un mal presagio, no sólo para su pueblo sino también para los judíos. Esta es la razón por la cual Paró les dijo: “Vean, esta plaga los está golpeando también a ustedes, el mal está delante de sus rostros”.

No pasó mucho tiempo, sin embargo, antes que él se diera cuenta de la verdad.

Mientras era cierto que algunas langostas entraron también en las áreas donde vivían los judíos, ellas se ofrecieron a sí mismas como una fuente de alimentación y los judíos se regocijaron mucho.

Los egipcios, por otro lado, perdieron todo lo que les había quedado en sus campos por causa de las langostas y tampoco pudieron reclamar a sus vecinos la porción de tierra que no les pertenecía.

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