Becky Krinsky
1 de abril de 2020
Sin preguntar o dar consentimiento, ni ofrecer un previo aviso, de un día para el otro, por salud y seguridad propia la vida se puso en pausa, frenándose casi por completo. Todas las personas se han tenido que aislar, cada uno, en su casa. Sin poder salir, ni estar cerca de nadie. El miedo al contagio del coronavirus ha causado un verdadero caos en la vida de las personas en todos los rincones del mundo.
La gente tenía un calendario saturado de compromisos, citas agendadas con meses de anticipación, minutos contados para coincidir con personas queridas, platicas rápidas, sin oportunidad para tener conversaciones profundas. De repente, todo se ha interrumpido.
El tiempo parecía volar, en el mundo que no descansaba. La vida pulsante, demandante, caótica y de prisa, de repente, cambió. Surge una necesidad de aislarse y de distanciarse de todo y de todos. En un abrir y cerrar de ojos, el mundo se convirtió en un lugar solitario, silencioso y muy frágil.
La casa que para muchos era casi un lugar para llegar a dormir o un sitio dónde almacenaban sus pertenecías, se ha tenido que convertir en un hogar y una fortaleza que alberga, protege y aísla del mundo.
Para muchos, ese hogar más bien se siente como una cárcel que sofoca y no deja lugar para moverse. Un territorio inhóspito, donde se confronta por obligación con familiares que no tolera y no tiene buena relación.
Para otros, es un sitio lleno de desorden, ruido. Sin embargo, para muchos afortunados… su casa es un hogar seguro, un sitio limpio, libre de enfermedades y de contagio. Una zona de calma donde se puede manejar todo lo que fuera es prácticamente imposible controlar.
Sin importar la situación de cada uno, la cuarentena es una situación dificultosa para todos.
No es fácil vivir aislado, sin tener la posibilidad de salir a trabajar o hacer lo que se desea. Confrontar una realidad incierta y peligrosa con personas que, aunque son queridas, tienen su rutina y sus intereses.
No es lo mismo viajar por placer con la familia y tener una vida independiente, que tener que estar recluido en la casa, sin la posibilidad de salir.
Nadie sabe cómo se vive en la intimidad de cada hogar. Ni qué actitud se tiene para sobrellevar esta situación es personal.
Pero, uno tiene la opción para fortalecer sus vínculos familiares, aprender a ser tolerante, ser comprensivo, más sensible y colaborador. O bien puede hacer de su vida un infierno, buscando problemas, enfocándose las diferencias y lastimando a todos a su alrededor.
Esta cuarentena, aunque es una imposición que parece maldición, también es una bendición. Puede unir, fortalecer y recordar que el hogar y la familia unidos sanan al mundo y mejoran la calidad de vida de cada persona.
La receta
Fortaleciendo la familia en tiempos de crisis
Ingredientes:
Amabilidad – cortesía, prudencia y reconocer lo bueno que se tiene
Comprensión – reconocer que cada uno es lo que es y no tiene que cambiar
Perspectiva – visión panorámica de la situación y de las condiciones que se tienen
Empatía – poder sentir por el otro, estar es su situación con sus sentimientos
Gratitud – agradecimiento por tener familia y no estar solo
Afirmación Positiva para cuidar a la familia y a los seres queridos
Agradezco que tengo la fortuna de tener un hogar y de tener personas que se preocupan por mí. Reconozco que cada uno es diferente y que no tengo que pensar o actuar igual para poder vivir en paz y armonía. Puedo tener más consideración y tolerancia con mi familia. Sé que estamos pasando tiempos difíciles. Juntos podemos resistir mejor esta situación. Mí familia es importante para mí.
Como vivir con la familia en tiempos de crisis
1. El hogar debe de ser un santuario que protege y sostiene a la familia. Cuando hay un lugar que es seguro donde las personas se sienten queridas y valoradas, se vive con paz y se pueden tomar mejores decisiones.
2. En tiempos de crisis es importante fortalecer los valores familiares. Ser amable y positivo son ingredientes necesarios para mantener la calma y la paz en el hogar. No se gana nada enfocándose en viejos problemas o aspectos negativos.
3. La familia es parte de uno mismo no se le puede negar o ignorar. Las relaciones familiares también hay que nutrirlas. Así como se debe compartir y disfrutar los éxitos también se tiene que ser sensible y tratar de entender las diferencias y las frustraciones.
Cuando estás bien con tu familia, estas mejor con el mundo entero.
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Becky Life-Coach
Becky Krinsky | Life-Coach, Author, & International Speaker