Sivan Rahav Meir
Ayer en la noche tuve el mérito de hablar en la “fiesta de cierre” del Departamento de Cuidados Intensivos del Corona en el Hospital Shaarei Tzedek.
Noa Kentman, fisioterapeuta del Departamento compartió conmigo la siguiente historia: En la época de las fiestas del mes de Tishrei fue hospitalizada aquí una señora en estado crítico. Estuvo anestesiada y conectada a aparatos de respiración durante un mes y le fue difícil recuperarse. Un día le dije: “Vamos a hacer un pacto. Tú peleas y en Purim vendrás caminando para traerme un Mislóaj Manot (alimentos que se regalan en esta fiesta)”. Debo confesar que yo también me asusté por la fecha que había determinado, la cual me parecía muy corta. No estaba segura de que, de hecho, ella podría recuperarse. A cada día, inclusive cuando ella estaba totalmente aturdida, le recordaba yo a ella nuestro pacto, y ella luchaba como toda una heroína. Al principio luchó por su respiración, después por sentarse, pararse, caminar, y en Purim ¡ella llegó hacia mí con un Mishlóaj Manot!
A la luz de este éxito hice otra ‘intervención’. Hacen algunos meses atrás un hombre joven que enfermó de corona, fue hospitalizado en Cuidados Intensivos y estuvo conectado a una máquina de soporte al corazón y a la respiración. En uno de los momentos de desesperación entré a su cuarto y le informe, a él y a su esposa, sobre dos metas: Al llegar a la fiesta de Shavuot él comería solo y al llegar Rosh Hashana el llegaría caminando para desearme un feliz año. Al final él y su mujer llegaron con una bandeja de regalo para mí, ¡ya que él ya había podido comer normalmente aun antes de Shavuot!
Creo que además de los cuidados médicos, el hecho de que ambos tuvieron un propósito claro por el cual luchar les dio muchas fuerzas.
Me parece que esto es motivo de reflexión para todos nosotros.
Shabat Shalom.