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¡Sí, es real!

¡Sí, es real!

Sivan Rahav Meir

Más de 100 embajadores llegaron al Hotel Carlton en Tel Aviv, para un evento promovido por el Congreso Judío Mundial, para aprender sobre Pésaj: ¿Por qué en el Estado de Israel al que fueron enviados, ahora todos se encuentran limpiando y comiendo cosas raras juntos? ¿Qué significa todo esto? Y de repente, el embajador de Tanzania preguntó si todo esto era real. 

Había preparado explicaciones, pero entonces llegó un momento sorprendente. El embajador de El Salvador y también el embajador de Tanzania que estaba sentado a su lado, me preguntaron si todo esto era real. Es decir, si realmente limpiamos la casa de cada miga de Jametz y realmente no comemos pan durante toda una semana, o si es solo un ritual, algo simbólico, el comer Matzá.

Me detuve por un momento y me di cuenta de que tal vez este sea el poderoso secreto de Pésaj y, de hecho, del judaísmo en su conjunto: Es posible hablar de valores durante toda una noche, pero comer los valores durante toda una semana es ya otra cosa. Una cosa es hablar de libertad, y otra muy distinta relacionar la libertad a los pedazos sobrantes de pan en los rincones de la cocina.

De esta pregunta de los embajadores aprendí mucho. La Fiesta de Pésaj no es una conferencia que preparé sobre el Éxodo de Egipto, más bien es el taller de como transformar un compromiso espiritual en actos físicos y prácticos sobre el tema. Durante miles de años hemos sido los embajadores de esta conexión, entre las grandes filosofías y las pequeñas migajas.

Les deseo éxito en las preparaciones para Pésaj. 

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